viernes, 8 de abril de 2011

53

Empujé al príncipe antes de que pudiera meterse la perdiz en la boca.Bien vestido,rubio,me miró con cara de sorpresa,y luego sonrió para decirme que parecía molesta por algo.Aquel lugar me sacaba de quicio.Los castillos de arena estaban totalmente pasados.En aquel lugar no ocurría nada.Tan sólo brillaba el sol,y todas las chicas eran guapas,perfectas,con coronas en la cabeza.Yo destacaba por mi sudadera turquesa,mis pantalones morados y mis " converses" rosas fucsias.Mi pelo no era muy largo,tampoco.Una coleta alta,y mi pelo,lacio,ni siquiera rubio.Supongo que no me echó de menos cuando desparecí de allí,librándome de la dulce monotonía de mi cuento de hadas perfecto,sin altibajos.No lo sé.Había una chica a su lado,en el parque,que le miraba extraño.Seguramente serían "Ellos" los que se quedarían allí para siempre.

Y como siempre,volví a la monotonía ebria de observarle a la hora del recreo,en alguna fiesta,o pararme a ver como se conecta y desconecta.Perfectamente todo podría haber ido bien.Pero supongo que a mi cuerpo le pesa menos el dolor cada día,y yo,ya estoy sumida en el límite del auto-masoquismo extremo.

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