martes, 8 de noviembre de 2011

Coazones de hojalata.

¿Recuerdas aquellas tardes en las que jugabais a los indios y los vaqueros?
Yo siempre me sentaba en una esquina, cerca de la manguera, a miraros.Miraba absorta aquellos ojos de semblante púrpura y apariencia azulada.Jugaba a descubrir si en tu pupila se escondían estrellas.
Aquella barbie había dejado de tener sentido mientras yo oía las historias que salían de vuestros labios, durante horas.Aquella eternidad no parecía tener tiempo ni espacio.Era mía, solo mía.Os obligaba a tomar el té cuando querías jugar a las batallitas.Ojalá las batallitas presentes no dolieran tanto.Ojalá.
¿Recuerdas aquel día en que llovió?
Os recordaba menos altos, con menos carácter, mucho más comprensivos.Me protegísteis de la lluvia, aunque mi alma desprotegida aún vagó durante mucho tiempo para poder hallarse.
El día de mi cumpleaños, tú me trajiste una rosa.Yo te regalé cien sonrisas.Me sorprendiste además con un beso.Él se quedó descolocado.
¿Recuerdas que decía que odiaba los juegos de indios y vaqueros? Era mentira, odiaba no poder jugar, y sorprenderte con mi poderosa imaginación de guerrera india que enamora al vaquero.
Pero en los cuentos que mamá leía nunca habían tres, ¿Verdad que no?
En los cuentos que leía mamá habían brujas, pociones, cosas malas, todo aquello que hemos dejado en el pasado.Eso significa que no existe ningún cuento.
Ahora mismo desearía que no hubieras sido el hijo de la vecina de al lado, que venía a jugar con mi mejor amigo en mí jardín.Desearía dejar atrás el hecho de que solo te vi a ti taparme bajo la lluvia, desearía olvidar el olor de aquella rosa, tu olor, desearía no cometer ni un solo error, volver atrás en el tiempo y des-quererte, hacer que dejaras de ser importante.
Pero has de saber.Por mucho que conserve una rosa, por mucho que me caigan lágrimas mientras sé que lees esto, por mucho que desee el púrpura de tus ojos y la palidez de tu rostro de nácar, por mucho que quiera pintar tu nombre en el cielo con las estrellas, por mucho que quiera aprender a olvidarte, por mucho que desee que no hubieras existido, y por mucho que me odie a mí misma por el sufrimiento de él, que también te ambiciona, por mucho que esto ocurra, nunca dejaré de ser tu amiga.
Por que, los amigos son lo primero, ¿no?

Y ahora, ¿Qué tal si jugamos a los indios y vaqueros? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por comentar