En mitad de la habitación, y sentada en sobre mi cama, pienso.
Pienso en ti, y después en nosotros.No puedo creer que haya terminado.No puedo creer que acabes de gritarme que ni siquiera me querías, y que te hayas marchado con un portazo.No puedo creer que dijeras que mis lágrimas eran de cocodrilo, y que podrías olvidarme.No creo, no creo en nada.
Diez días.
Me palpita el corazón insistente.Todavía oigo el portazo repitiéndose una vez cada diez minutos, así que es una melodía incesante junto con el sonido del reloj de cuco.No has llamado.No has preguntado, no has aparecido.¿donde estás?¿Lejos?No puedo creerlo.
Doscientos días.
No apareces, por tanto, no respiro.No creo, no creo en nada.Sólo creía en ti, me parecía suficiente.Siempre he creído en ti.
Pienso en ti, y después en nosotros.No puedo creer que haya terminado.No puedo creer que acabes de gritarme que ni siquiera me querías, y que te hayas marchado con un portazo.No puedo creer que dijeras que mis lágrimas eran de cocodrilo, y que podrías olvidarme.No creo, no creo en nada.
Diez días.
Me palpita el corazón insistente.Todavía oigo el portazo repitiéndose una vez cada diez minutos, así que es una melodía incesante junto con el sonido del reloj de cuco.No has llamado.No has preguntado, no has aparecido.¿donde estás?¿Lejos?No puedo creerlo.
Doscientos días.
No apareces, por tanto, no respiro.No creo, no creo en nada.Sólo creía en ti, me parecía suficiente.Siempre he creído en ti.
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