Una vez, hace algo de tiempo, tuve una amiga. De esas que deseas conservar para siempre, de esas que recuerdas cada vez que tocas, ves o creas algo especial. Porque ella lo era. Me daba igual el donde, el como o el cuando, mientras fuera con ella. Daría tanto porque ella regresara, y me abrazara, y me dijera que todo está bien, aunque fuera mentira. Esas mentiras son las que te consuelan mientras te preparas para la siguiente batalla. Y esas personas son las que, cuando te abandonan, te dejan vacío.
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