Probablemente cuando esté a unos cinco segundos de tu boca intentes calcular la densidad de sus labios carnosos, rojizos, en ese momento húmedos.Pero la inercia se apoderará de ti y no podrás ni calcular en qué segundo exacto tu también los colocas y esperas a notar el contacto suave, su mano en tu cintura o las dos sosteniendo tu rostro, y esperando a cerrar los ojos en cuanto eso ocurra.
Pero después te das cuenta de que es imposible.Te ves envuelta entre una risa tonta mientras él continúa admitiendo que tenía ganas de besarte, pero que nunca pusiste de su parte.Que intentó olvidarse de ti, de aquella vez, de los pocos recuerdos que le iban quedando con el tiempo.Recuerdas el instituto, alguna que otra mirada, dos sonrisas, un encontronazo en medio del pasillo y de nuevo la risa tonta, cuchicheos, silencio.
Siempre silencio si lo tenías frente a frente.Silencio y no besos.
Y cada vez que le veías reír pensabas en el tipo de persona que querías ser para poder acercarte, aunque fuera con una estúpida excusa infantil, para que volviera a reírse y finamente te dijera que podríais quedar algún día.
Y pasó.
Lo dijo, dijiste que sí, hablásteis durante toda la tarde y después se dio cuenta de que era inútil esconder que también sentía algo, por muy pequeño que pareciera.Y quiso besarte pero no lo hizo hasta después de un tiempo.
Y ahora estáis frente a frente, a cinco segundos de unir los labios, a un milímetro de notarlos, a un parpadeo de poder unir vuestras respiraciones, y lo único que repite es lo mismo de siempre.
"Recuerdo cada vez que...
Cada vez que...
Cada vez que..."
Y cada vez que lo hace cae una lágrima.Como cada vez que no te besaba.
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