Que si te atacan las penas te pongas un abrigo de abrazos, una bufanda que proteja contra las ventiscas de palabras que intentarán cogelar tus ganas de vivir.
La manera en la que me importabas me daba calor, y aquel órgano de tu pecho que me devolvía la vida con cada latido tiene que continuar, aunque ya no esté mi risa ni mi mirada aniñada para hacerte reír mariposas de colores.Y aún recuerdo las chispitas que saltaban de tus ojos cada vez que intentaba morder, marcar, quedarme con tus labios, labios que poco a poco se han ido marchitando, quizá tu presencia era como una máquina de respiración artificial, y realmente yo ya estaba muerta, solo que tú me hacías parecer viva de nuevo.Pero, ya ves.Tuve que desconectarte para darme cuenta de que hacía tiempo que estaba muerta, y tú solo hacías tu trabajo.Lo siento mucho por no poder corresponderte, pero le quiero, a él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas gracias por comentar