Aquel otoño había sido horrible.Se despertaba con la garganta seca una y otra vez, y sin dar crédito a lo que veían sus ojos, comenzaba la primera etapa de un nuevo día que sería como otros tantos.Olor a polen, viento, lluvia, y paisajes oscuros desde la ventana de la cocina.Odiaba desayunar con aquella perspectiva:El cielo nublado permanentemente, y las flores que se mecían de manera violenta, pero con todos sus pétalos bien agarrados, como si se negaran a aceptar lo inevitable.
Sudadera gris, nada de música ni auriculares, y un frío que pelaba.Los labios fríos y con cortes, y pocas ganas de estar allí.De todos modos no podía quedarse en casa para siempre y continuar recordando lo que ya había sido y no volvería.
Aquel otoño había sido horrible, y nunca podría volver la pasada primavera, ni al pasado verano.Nada volvería, y nada vuelve.Y aunque no habían perspectivas de que el otoño siguiente fuera mucho mejor, el hecho de haberse cruzado en aquel instante con un chico que tenía los mismos ojos que él, o quizá unos completamente diferentes, había conseguido que su atención no se quedara en contar las motas de polvo del viento, todo un logro.Incluso se atrevió a girarse preguntándose si no era él mismo.Había sentido la misma sensación que la última vez.
Ojos llorosos(y no por el polen), temblor en las rodillas, y claramente una fuga en el lado izquierdo del pecho.Por eso mismo se permitió cambiar aquel otoño horrible por: Aquel otoño, y corrió a buscarlo.
No era él, nunca se convertiría en él, ni había sido él en el pasado.Y tampoco pudo quererlo como a él, ni lo querría como a él.Sólo sabía que lo haría con fuerza, que le querría con fuerza hasta el momento en que todo se consumiera, que a partir de aquel día, recordaría aquel otoño como ningún otro.
Sudadera gris, nada de música ni auriculares, y un frío que pelaba.Los labios fríos y con cortes, y pocas ganas de estar allí.De todos modos no podía quedarse en casa para siempre y continuar recordando lo que ya había sido y no volvería.
Aquel otoño había sido horrible, y nunca podría volver la pasada primavera, ni al pasado verano.Nada volvería, y nada vuelve.Y aunque no habían perspectivas de que el otoño siguiente fuera mucho mejor, el hecho de haberse cruzado en aquel instante con un chico que tenía los mismos ojos que él, o quizá unos completamente diferentes, había conseguido que su atención no se quedara en contar las motas de polvo del viento, todo un logro.Incluso se atrevió a girarse preguntándose si no era él mismo.Había sentido la misma sensación que la última vez.
Ojos llorosos(y no por el polen), temblor en las rodillas, y claramente una fuga en el lado izquierdo del pecho.Por eso mismo se permitió cambiar aquel otoño horrible por: Aquel otoño, y corrió a buscarlo.
No era él, nunca se convertiría en él, ni había sido él en el pasado.Y tampoco pudo quererlo como a él, ni lo querría como a él.Sólo sabía que lo haría con fuerza, que le querría con fuerza hasta el momento en que todo se consumiera, que a partir de aquel día, recordaría aquel otoño como ningún otro.
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