Me estaba preguntando qué haría él mientras yo pasaba los dedos entre mi pelo empapado de agua y champú con olor a frutas.Los azulejos azules del baño no conseguían reflejar mi rostro, pero el espejo cruel y despiadado me retrató con gusto los hoyuelos marcados en una sonrisa que acababa de fingir, una sonrisa fingida como mi perfecta vida. ¿Dónde estaría él mientras terminaba de lavarse el pelo con agua helada?
Intento secarme pero de todos modos el calor es húmedo, la ropa queda pegada a mi piel y pienso que luego tendré que despellejármela. Entre tanto mi pelo sigue mojado y voy directa a la puerta sin consultarlo con mi madre siquiera. Sabe que quiero ir a verle, que voy a ir a verle, como todas las tardes. Mis amigas me han estado llamando pero, yo solo me dirijo a tu casa sin cogerlo, no tienen porqué saberlo.
Hablando de saber, sé perfectamente que no estás. Sé de ese partido de fútbol tan importante para él. Sé de aquella discusión con su padre el jueves pasado. Sé el miedo que le da no ser querido, y aún más el no querer. Sé cómo sufría con los problemas de su madre. Sé que solo quería protegerme, no hacerme daño, ser mi permanente paracaídas. Pero esta paracaidista distraída y con el pelo mojado se ha enamorado de él, así que no hay vuelta atrás, le esperaré en su cuarto.
A ver si el destino es menos cruel de lo que parece.
Y entonces aparece. No entra al cuarto, va directo al baño. Por lo que oigo se ducha. ¿Se estará preguntando él qué hacía ella mientras se duchaba? Cuando abre la puerta yo le miro, indefensa. No está desnudo, no no, sino sorprendido. Tanto que tiembla incluso como si se tratara de un fantasma. Luego se acerca como si yo no fuera real, solo su imaginación, y me da un beso de película.
Intento secarme pero de todos modos el calor es húmedo, la ropa queda pegada a mi piel y pienso que luego tendré que despellejármela. Entre tanto mi pelo sigue mojado y voy directa a la puerta sin consultarlo con mi madre siquiera. Sabe que quiero ir a verle, que voy a ir a verle, como todas las tardes. Mis amigas me han estado llamando pero, yo solo me dirijo a tu casa sin cogerlo, no tienen porqué saberlo.
Hablando de saber, sé perfectamente que no estás. Sé de ese partido de fútbol tan importante para él. Sé de aquella discusión con su padre el jueves pasado. Sé el miedo que le da no ser querido, y aún más el no querer. Sé cómo sufría con los problemas de su madre. Sé que solo quería protegerme, no hacerme daño, ser mi permanente paracaídas. Pero esta paracaidista distraída y con el pelo mojado se ha enamorado de él, así que no hay vuelta atrás, le esperaré en su cuarto.
A ver si el destino es menos cruel de lo que parece.
Y entonces aparece. No entra al cuarto, va directo al baño. Por lo que oigo se ducha. ¿Se estará preguntando él qué hacía ella mientras se duchaba? Cuando abre la puerta yo le miro, indefensa. No está desnudo, no no, sino sorprendido. Tanto que tiembla incluso como si se tratara de un fantasma. Luego se acerca como si yo no fuera real, solo su imaginación, y me da un beso de película.
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