jueves, 12 de julio de 2012

Cicatrices antiguas que vuelven

Cuando Hugo habla, ella suele quedarse callada.
Aunque sola y únicamente  escuche su voz cada tarde desde hace meses, a la misma hora, y durante unos cuarenta y cinco minutos que dura cada sesión, todavía se estremece  y muere de los nervios cuando se sienta en su silla. Hugo es guapo. Tiene el pelo castaño claro, unos ojos y dientes alucinantes, y una voz preciosa. Cuando entra a la sala, siempre saluda de la misma forma, tan clásico, tan especial. Dalia mira, calla, escucha, siente. El chico disfruta con la lectura. El resto de personas que están allí saben que el joven emprendedor tiene futuro como escritor, su gran sueño mientras estudia arquitectura. El amor suele ser el tema central de todo lo que escribe. Puede que también la amistad, el rencor, o la venganza, pero el amor es lo que más destaca. Eso le preocupa a Dalia. Por que Dalia no es lo que se dice alguien que ha tenido suerte en eso, más bien todo lo contrario. Su profunda historia con Jorge le ha dejado cicatrices imposibles de olvidar, pero es que Hugo siempre aparece para decirle un 'Buenos días' cada vez que se encuentran por la calle, o cuando coinciden a la hora de tomarse un café. Y esos 'Buenos días' hacen que su corazón se dispare y esté en tensión.
Por eso cuando él le preguntó si tenía algo que hacer después de la última lectura, ella no supo qué responder y sonrió precipitadamente. Por eso aquel verano se enamoró perdidamente olvidando su pasado, entre besos, caricias, textos de amor y drama. Hasta que apareció Jorge con esa tal Melania, estropeándolo todo. Ése fue el día que que las cosas con Hugo empezaron a ir mal.

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