Vivía entre sus cabellos castaño cobrizo totalmente liso. Estaba enamorado de su espléndida sonrisa y de sus lunares de estrellas. Tenía un iris marrón, y el otro de un marrón más intenso. El reflejo de la luna en sus pupilas, su manera de pintarse los labios con brillo olor a cerezas, su forma de comer melocotón. Sus abrazos con olor a colonia cara y sus contínuos besos al aire hacía que pareciera ir borracho. Borracho de ella, pensaba. Borracho de amor. Pasaban las noches y los días y no podía olvidarla. Era especial, era única, era capaz de quererle. Pero no supo cuidarla, y llegó un día en que cogió todas sus sonrisas y post-its, metió toda su ropa y sus sentimientos(seguramente rosas) en las maletas, y se llevó la chispa, el brillo, la magia y sus sentimientos a otra parte donde sí la quisieran, donde le hicieran sentir la princesa que era, una pequeña gran princesa. Heterocromática.
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